De ahí que tampoco pudiera reducir la alfabetización a la pura enseñanza de la palabra, de las sílabas o de las letras. Enseñanza en cuyo proceso el alfabetizador iría “llenando” con sus palabras las cabezas supuestamente “vacías” de los alfabetizandos. Por el contrario, en cuanto acto de conocimiento y acto creador, el proceso de la alfabetización tiene, en el alfabetizando, su sujeto. El hecho de que éste necesite de la ayuda del educador, como ocurre en cualquier acción pedagógica, no significa que la ayuda del educador deba anular su creatividad y su responsabilidad en la creación de su lenguaje escrito y en la lectura de su lenguaje.

(…) Me refiero a que la lectura del mundo precede siempre a la lectura de la palabra y la lectura de ésta implica la continuidad de la lectura de aquél. (…) De alguna manera, sin embargo, podemos ir más lejos y decir que la lectura de la palabra no es sólo precedida por la lectura del mundo sino por cierta forma de “escribirlo” o de “rescribirlo”, es decir de transformarlo a través de nuestra práctica consciente.

Freire  Paulo, 1981*

*En Freire, Paulo (1991), La importancia de leer y el proceso de liberación, México, Siglo XXI Editores.

Esta propuesta surge a partir del reconocimiento de las múltiples experiencias de alfabetización con niñas, niños y adolescentes que se llevan adelante en contextos diversos.  Este curso/taller propone generar un espacio para acompañar la tarea de quienes coordinan estas prácticas educativas, favoreciendo el intercambio y enriqueciendo su abordaje. 

Asumir el desafío de acompañar los procesos de alfabetización de las infancias involucra no solo a los contextos escolares, sino también a aquellos espacios con diversos grados de formalización, como por ejemplo las propuestas de apoyo escolar para el acompañamiento de las trayectorias educativas en centros barriales, capillas, etc. Siguiendo a Sirvent (2006), estos espacios educativos se vuelven motor propulsor en la construcción y el sostenimiento de las competencias necesarias para avanzar en los aprendizajes.

Partimos de un posicionamiento ético político que supone que todos somos productores de conocimiento y que el mismo se construye en la interacción con otros.  En este contexto  se piensa la alfabetización como un proceso que presenta niveles y tiempos diversos. Para muchos niños/as, la escuela representa el principal, sino el único, agente alfabetizador, en este sentido los espacios de apoyo extra escolar pueden potenciar ambientes alfabetizadores que contribuyan con la tarea de la escuela y la enriquezcan.